En el mundo de las mil y un maravillas, tres un código de trabajo que se cumple al pie de la letra por todos los seres, menos por el demonio. El es el monarca absoluto, legislador de esta ley llamada justa y equitativa. Todos los que son obligados a cumplir la la cumplen sin resistencia ni vigilancia, en intervención. No hay comisarios de trabajo, inspectores de autoridad alguna, tampoco habría demonio que aceptar hacerse cargo del tal trabajo, le constituye un despacho, oír quejas, citar demandas y aplicar penas. También será demás esta organización de orden público, donde no es necesaria entre quienes viven en un planeta que les brinda todos los servicios automáticamente.
Como los hongos de diferentes colores y formas, en los campos frotan, el calzado lo hace en los bajos de la cama donde el demonio reposa. Baste imaginar que levantarse para dar unos pasos en el dormitorio, donde las chinelas bordadas con hilos de oro e incrustaciones de piedras preciosas se muevan automáticamente; la parte que es de la suave gamuza penetra bajo un las plantas de los pies y la otra encima de los empeines, agro echándose por sí solas. Si se piensa salir más allá de la puerta grande, toca acercar a los zapatos de cabritilla y otros cueros finos, calzados los pies y abrocharse solos y lo hace maravillosamente y con toda delicadeza, y si el viaje va a ser fuera de la ciudad, las botas del brillante hule, abrazan las piernas, inclusive los pies y resguardan esta parte el cuerpo de todo maltrato que pueda darle el contacto con la piel del caballo o las ramas de las plantas.
En nuestro planeta, cuando chocan las nubes, de ellas se desprenden chispas eléctricas conocidas por rayo, las que llegando a la tierra causan algún daño. Haya estos contactos desprenden camas de metal, y en el trayecto, el plumaje de las aves y la telaraña satinada a ellos se une llegando a los palacios convertidos en cunas lujosas, con colchones y almohadones de plumas, forrados con satines y cubiertos con colchas de la más fina seda.
En este planeta no hay casas, los palacios no se construyen empleando mazos, cincel, plomada, escuadra, etc. hubo herramienta alguna, así como se forma una isla en un océano, un monte la tierra, o como brote crece la planta; se levantan los palacios dotados de todos los servicios, decorados con ornamentos maravillosos, rodeados de bellos jardines, donde los millares de especies de aves cantan todas las canciones que el oído gusta escuchar, acompañados por la música que el lector puede comprender su importancia, viendo la orquesta que entona, compuesta de muchas especies de monos, cada especie maneja 144 instrumentos, cada instrumento contiene 144 cuerdas y cada cuerda entona 144 tonos encantadores. Los monos aquellos no son de esos de un geofísico, como los que conocemos, sino que son como los ángeles que los sacerdotes nos enseñan en las estampas. Allá y la creencia general de que el mono significa monio, y el demonio derivado del mono cosa que el demonio es descendiente del mono.
El mobiliario lo proporciona un soplo de viento, éste como un huracán envuelven los árboles maduros, los arranca y coloca sus troncos en un automático taller natural que los cepilla, los arma en millares de modelos de todo porte. Las plantas textiles producen los vestidos para ambos sexos, listos, perfectamente confeccionados, en diferentes modelos, para todo porte y todo cuerpo, en todos los colores, de material de algodón, de cera y de lino. No es necesario el telar, la máquina de coser ni los modistos, la naturaleza se encarga de esto irá a cada persona un hechura diferente; así como los físicos nuestros son distintos, ayer los vestidos, sombreros y más prendas de vestir son distintos.
Los pisos, manjares, frutas y licores, basta para uno mover los labios, en seguida de abrir en el piso del comedor un banquete en una vajilla de plata, botellas y vasos de cristal de roca, y de todos estos se desprende un vapor gracioso, así como se desprende de una olla llena de agua y viento. Es suficiente apenas, abrir la boca, respirar y aspirar para sentir el gusto y la necesidad satisfechas, en un instante, menos el segundo, desaparece todo aquello, pero no para siempre, volverá cuando sea requerido.
La salud no preocupa a nadie, los habitantes de ese privilegiado planeta son inmunes. Allá no es el alguno, de ninguna especie, ni insectos y microbios, que sean ofensivos con los moradores.
En aquel mundo, la única preocupación que ha habido, es la de unos aspirantes a categoría superior a los demás y holgura mejor.
Éstos comenzaron un día a criticar las leyes sociales en general y en especial el código de trabajo, que su carácter automático había causado grandes perjuicios y ha convertido todos los demonios en desocupados, y que no tardará en causarles la pérdida de la inteligencia y transformarlos en instrumentos inmóviles inútiles, y que en su concepto es necesario una nueva legislación que establezca categoría social, debe haber unos superiores a otros y otros siervos de uno, para fomentar el trabajo obligatorio y de llegar a la degeneración de raza. En oradores se han convertido muchos, se han deliberado polémicas públicas y no se tardó en llegar a dividir a los demonios, fomentando entre ellos la discordia y constituyendo cuatro doctrinas, que después de los debates en el campo diplomático y biológico, los llevó a la acción de las armas; comercio y continuó la destrucción más desastrosa que pueda haber visto poco algunos pues sólo el oído. Se cometían errores que horrorizaba y se veía el mundo aquel, que parecía infiernos. No faltó todavía en un sector lejano una parte que gozaba y prefería seguir gozando de aquella felicidad y cuando divisó que él fuego, se iba acercando a su sector después de haber devorado todo lo que los demás sectores había habido. En masa se levantaron y trabaron la batalla más sangrienta que puede haber registrado historia o contado una leyenda.
Estos que preferían la felicidad a las categorías sociales, la paz a la guerra y la desocupación a la actividad malvada, triunfaron expulsaron aquellos aspirantes descontentos y malvados asesinos a otro planeta, cuyo nombre han conservado incógnito. ¿Será el nuestro?, así vuelve la paz a la tierra llamada las mil y un maravillas.
LAS MOSCAS Y LOS ELEFANTES
En un continente, en la luna, en esta tierra o en algún otro planeta, había una zona poblada de diferentes especies. El elefante animal cuadrúpedo, que tiene trompa precisa y piel rugosa, dos colmillos que llegan a pesar hasta 100 kg, su altura alcanza 5 m; este herbívoro, fuerte, inteligente, vive más de 100 años y en sociedad. En la india, los elefantes blancos son objeto de un culto especial. En el continente de nuestra narración los hay en número crecido. Su densidad llegó a ocupar toda la comarca, la vegetación apenas les era suficiente. Los carneros, ovejas, conejos, etc., por la falta de alimentos tuvieron que dejar el sector y para otra parte fueron seguidos por los cazadores, carniceros.
Los gigantes con sólo los reptiles insectos quedaron, y no permitieron más el regreso buen tránsito de otros; más bien ellos intentaban la invasión de las demás zonas del planeta.
Los reptiles de sangre fría, vertebrados que se arrastraban, con poca excepción son carnívoros, no estaban satisfechos ni mucho menos estaban contentos los insectos, animalitos articulados de seis patas, que respiran por tráquea y sufren diversas transformaciones. Muchos de ellos, para el desarrollo de sus creaciones, necesitan otra sangre. Se conocían muchas especies, ninguna de ellas tenía todo lo necesario.
Todos los reptiles e insectos, despechados de la situación en la cual fueron colocados, desesperados se unieron entre todos. Una vez reunidos, trataron medidas para su emancipación.
El rato menos pensado, los elefantes tuvieron que afrontar un ataque, soportando mordeduras de culebras, picaduras de mosquitos, etcétera. Pero la fatalidad fue que las moscas en grupos de cuatro, en una ofensiva, se metían, unas en los oídos y otras en los orificios de la nariz del elefante. Este por más que oscilaba su trompa para atraparlos, sacudía su cabeza para librarse de ellos, no podía. El final era la falta de respiración, la agitación y el ahogo, que los tumbaban al suelo y los dejaban sin poder levantarse más. Los reptiles, las hormigas y tantos otros más, atacaban a los cadáveres de los gigantes que cubrían casi todo el campo. Las aves rapaces descubrieron sucedido, y con todos los animales carnívoros vinieron, acabaron por los muertos y continente quedó libre del dominio de los gigantes.
EL PELICANO Y LA JUSTICIA
En uno de los continentes más grandes, que queda en toda la línea ecuatorial de la luna, hay un gran lago, riquísimo de peces conocido por el lago generoso, y un río de leche y miel, por el río sagrado las especies acuáticas viven y se alimentan en el uno y los mamíferos se sustentan del segundo y rodean por su cuenta. No debemos pensar sólo es una fábula, puede serla o no. El Corán enseña la moral al mundo islamismo, los fieles creyentes en esta doctrina, son cientos de millones que viven en la india, Arabia, Asia Occidental, África y parte Europa, y millones que han pasado al otro mundo. Los primeros están esperanzados y los otros tal vez están gozando los ríos de la leche y miel que su libro sagrado les promete.
Volvemos a la historia de nuestro lago generoso y nuestro río sagrado, dejando lo que es de Mahoma a los mahometanos. Todas las aves volaban, exploraban y regresaban el lago, donde residían y los mamíferos iban, pasean y retornaban a la cuenca del río. También los volantes, cada vez que pasaban desde el aire, divisaban el lugar, casi siempre se apeaban, se alimentaban, descansaban y se re-elevaban. No hay cifra ni número con que poder expresar las clases y cantidad de las especies que aprovechaban aquellas riquezas inagotables. Era un misterio la fecundidad de los peces y el origen de la miel y de la leche.
Por desgracia, no hay bien eterno, tarde o temprano, llega el momento y la suerte se cambia. Una peste terrible atacó a los peces, se extendió a los moradores; un líquido turbio corrió en medio del río, y una leche y amargo la miel. El dolor afectó a todos los corazones, la preocupación conmovió a todos los cerebros de aquellos pobladores. No hubo quién pudiera devolver la felicidad que había pasado a la historia. La exterminación de los peces se acercaba el existencia de los demás fue amenazada.
El Pelícano conmovido por los sentimientos humanitarios y patrióticos, convocó a una asamblea, presentando un proyecto de ordenanza, que primero fue apoyado por unos pocos y después de largas discusiones, protestas y manifestaciones en pro y en contra, fue aprobado.
EXPOSICION DE LOS MOTIVOS Y LAS ORDENANZAS
Considerando que una peste terrible ha atacado los peces del lago; el más cada día se propaga más en la misma especie y se extiende a todos los moradores; el líquido extraño que se mezcla en la leche y miel del río contiene Bacilo de Koch, ésta ataca a los pulmones, estómago y más órganos de los pobladores; es un deber del Pelícano cuidar de la salud suya y la de los que viven y se alimentan del lago generoso y del río sagrado, acuerda:
Articulo 1.- Prohibir el exceso al lago generoso del río sagrado.
Articulo 2.- Los pelícanos se encargarán del resguardo de los lugares citados en el artículo anterior y ellos mismos repartirán los alimentos en proporción y forma que se fijara de tiempo en tiempo.
Articulo 3.- El Pelícano Macho, con su pico, recogerá peces del lago y los entregará los pobladores en cantidades suficientes para el sustento de cada uno. En el reparto se procederá con toda equidad y justicia.
Articulo 4.- La hembra del Pelícano, destilará y purificará la leche y la miel del río sagrado y en la membrana que tiene en su mandíbula, que es conocida por como bolsa, llevara estos líquidos destilados y los repartirá en cantidades proporcionales equitativas a los pobladores, así como siempre se acostumbra hacer con sus polluelos.
Autorizada y publicada esta ordenanza, las familias películas, invaden los lugares. Huye el guardia y quedan a su cargo. La invasión fue formidable; cubrían la superficie de las aguas y parecía una alfombra o una cementera impedida por langostas.
Los machos en vez de llevar los peces a los picos, los llevaban a sus estómagos, y viendo los y entregando a los pobladores los elementos. La justicia de los señores alcatraz, llegó a tener desde entonces la fama mundial.
EL ORIGEN DEL SAHARA
El Sahara, antes de convertirse en un desierto, era cruzado por acueductos, sus jardines tenían fama en el mundo por la belleza, variedad y fragancia de sus flores, por el exquisito y dulce sabor de las frutas de sus frutales: Manzanares, Perales, naranjales, platanal es, etcétera. Todos los árboles frutales de todos los climas crecían y producían en el Sahara.
No había el calor en la actualidad hay en aquel desierto, y el frío que hay en el norte de Europa, ni mucho menos el que se experimenta en Siberia. Había una perpetua primavera.
El hombre no conocía que se den, pero todos los demás seres vivos, vivían o viajaban para alla. Los caballos y los camellos administraban y manejaban todas las riquezas y el león reinaba. Las ovejas serán los pobladores de mayor número, generosamente sacrificaba sus carneros al sustento del rey y la comitiva cazadora y a pesar de todo, sus rebaños se multiplicaban, de día en día aumentaba su especie y daba más riqueza al imperio.
No había fiera alguna que ofendía a los caballos, camellos, asnos, vacas, búfalos, etc.; únicamente el zorro y el chacal devoraban diariamente unas cuantas gallinas y conejos. Pero estos animalitos no desempeñaban cargos importancia y cuyo número será mayor o menor, no importaba.
El hombre en sus exploraciones un día subió a la cima de un monte que se elevaba a unos cuantos miles de metros del nivel del mar, descubrió una cascada de agua escapaba de una inmensa la cuna y se repartía en innumerables ramificaciones que acueductos, que cruzaban y regaban un valle, era una llanura bien extensa, donde pudo distinguir que de todas las riquezas que puede necesitar. Pero la presencia de las intimidades especies de animales ofensivos, en abundancia, impedía su traslado a ese sector riquísimo. Este premeditó un plan de conquista y lo comenzó con el desvío del agua, rellenando con rocas y grandes piedras su escape, estrechando la poco a poco, hasta que llegó a rebajar el nivel del caudal y los acueductos alcanzaban a regar muchas partes del valle, comenzando secar los vegetales. Con el tiempo y la perseverancia del humano en su empresa, la cascada se decidió, los acueductos arreciaron, todos los árboles y casos se convirtieron en paja y leña. Una terrible hambruna mataba los ganados, en progresiva las especies de todo género y sembrado la discordia entre pobladores del imperio y la confusión llegó a preocupar al rey y emperador del Sahara. Su majestad de tanto pesar de enfermo. Sus médicos le aconsejaron que se trasladara a otro clima y que no pensara más en lo que pudiera afectar a sus sentimientos, mientras no recuperara su completa salud. Su majestad respecto y salió de la capital y se dirigió otro sector donde no recibía noticia alguna para no preocuparse en nada.
La confusión aumentó mucho más fina revolución encabezada por unos y aconsejada por una por un Napoleón (pero no fue Bonaparte, éste no había nacido ni era Napoleón, queriendo decir león del río Napo, no conocían este río, lo que era en su lenguaje Napo, significa semi y Napoleón igual a semi-leon. La revolución ha triunfado, los caballos y camellos acusados son culpables de toda la crisis, por haber devorado hierbas que pertenecían a la comunidad y que el camello aguardado su bolsa las aguas de los acueductos, fueron condenados al destierro excusados estos ser dueña de la situación el semi-León y comienza la reorganización económica, mientras los planes de esta fracasan. Ha surgido económicamente mucho si entre ellos ha sobresalido el lobo y el tigre. Pero la suerte los pobladores iba de mal en peor. Aquí fue la gran lucha entre el lobo y el tigre por lo que ha quedado, lucha que duró años por el equilibrio de ambas fuerzas. El lobo se fortificó en las alturas y esta posición le dio poder y fuerza que compensaran con los terribles saltos del tigre que vivía en los bajos. Esta lucha a muerte, en cada movimiento, destrozaba algunas especies y paralizaba algunas actividades de las que quedaban en aquel infeliz imperio. La lucha no terminó hasta que se había secado toda la lleven el valle, y se había muerto todos los animales por hambre o por decoración. El hombre alcanzó a desviar el cauce de las aguas, la fertilidad se trasladó al lugar donde vivía y el edén de África se ha convertido hoy en un desierto conocido como el Sahara.
EL LOBO Y EL HOMBRE
En un páramo extenso, en el este de Europa, entre los lobos, había una loba de edad avanzada. Entre tantos que ha parido, no tuvo un macho. Tenía desesperación por un hijo fuerte, valiente y que sepa cuidar a sus hermanas que eran numerosas.
La Loza, un día dio a luz un robusto varón, la alegría cundió en toda la comarca. Vinieron las hijas con todos sus hijos y relacionados, para felicitar a la anciana, conocer al hermano, ofrecer sus servicios y ayudar en la crianza del lobo-bebe. Se celebró una fiesta suntuosa, sirviendo unas cuantas presas que los visitadores en el trayecto habían cazado, y que sobre sus lomos habían traído como huelgas para el recién nacido y su madre.
La madre se dedicó exclusivamente a cuidar al lobo-bebe, no se movía de su lado. Las hijas encargaron de la cacería. Ellas mandaban todo lo necesario para el sustento de ambos, madre e hijo.
Pasó el tiempo, el lobo-bebe creció de una manera sorprendente; llegó a ser un gigante, cuatro veces más grande que el tamaño común de lo que son de su especie.
Poseía una fuerza superior a la de los demás. Valiente y muy arrojado era, todos le tenían miedo; su fama se extendió en toda Europa y pasó los océanos. No había quien no deseaba conocerlo, y quien tuviera el valor de afrontarlo. Apenas él lo miraba, perdía la voz, la energía, el valor y se quedaba a la merced del lobo mozo. La anciana con sus hijas y más familiares sentían felices, tenían todo lo necesario. Para ellos, las vías serán francas. En los cuatro puntos de la comarca, nadie se atrevía molestarles; hasta el león, rey de la selva, guardaba respetos y consideraciones por el gigante, sus parientes y adictos.
La Loba convencida de que su hijo era el dominador de todos los cazadores y que por él, ella era dichosa, sabía que al perderlo perdería todo el bienestar de la familia. En una visita que el lobo hizo a su madre, le repitió varias veces las recomendaciones que en la niñez le decía diariamente: hijo mío, cuidado y mucho cuidado debes tener del nombre. Él para tranquilizarla dijo: madre he vencido a todos los que en este país he conocido. Yo no creo que pueda haber alguien más fuerte y poderoso que el león, el rey de la selva, y cuando con él me encontré, declinó su cabeza, dio media vuelta y se marchó derrotado. Por las consideraciones y respeto a los valerosos deben guardar para los fuertes y los valientes, no lo agarre del pescuezo, apretándolo y dejándole sobre el suelo destrozado.
El gigante salió con el espíritu inquieto; la curiosidad despertada en busca del hombre para medir con él sus fuerzas a toda costa le preocupaba. Empezó a averiguar por la residencia del humano, nadie pudo darle razón. Después de haber investigado inútilmente en aquel valle, decidió atravesar el círculo que los bosques formaban como barrera del sector habilitado por sus especies. En la parte menos espesa la montaña, abrió un agujero grande como un túnel y por el paso al otro lado. Encontró una hoya basta, cubierta de los mejores pastos, regada de árboles robustecidos; admiro de semejante belleza, delicioso clima y le gustó más que todos los lugares que había conocido. Descansando y contemplando aquellas bellezas, marchó adelante y se encontró con la mula. Esta asustadiza, pretendió pegar la carrera, pero con una mirada, la dejo fija en el puesto y le preguntó si conocía al hombre. La respuesta fue, el hombre es el ser más tirano y severo que de todos los cazadores temidos han existido. No tiene compasión, es demasiado fuerte, obliga cargar al máximo peso que el cargador puede soportar, y trabajar más de 12 horas al día y a veces toda la noche.
El lobo mozo, dejó a la mula y siguió adelante. Más allá se encontró con el caballo, miró a este animal con simpatía, y para no asustarlo suavemente le preguntó por el hombre. El interrogado contestó haber salido de la casa hace dos días, que su señor dueño le había hecho correr siete carreras seguidas de 6000 m cada una y con un peso de 200 kilos, el esfuerzo hecho por su parte, lo dejó lesionado y por eso se encuentra libre y convaleciente.
El lobo-mozo más coraje y más deseos tuvo que conocer a quién estaba buscando. Continuó caminando y llegó cerca del buey, este levantando el rabo a nivel del lomo, extendiendo y clavando bien las patas delanteras en el suelo, bajo la cabeza que tiene unos cachos que parecían bayonetas y con ellas apunto para pegar al huésped un cabezazo. El gigante sonriendo le dijo, tenga paciencia, no vengo lucha con usted, vengo en busca del hombre, ¿sabes algo de él? El muelle, dijo: el hombre es el rey d en e los animales, vegetales, peces, aves, de las aguas, de la tierra y de todo lo que hay en ella; él es el que hace trabajar y se aprovecha de los productos del trabajo. Bebe la leche de vaca, come la carne de los terneros. Al buey le obliga a trabajar en el arado al lomo cargar los productos y en la vejez lo mata, recoge su piel y regala su carne a los carnívoros.
El lobo mozo oyendo tantas quejas tuvo más ansiedad de conocer al hombre; abandonó al buey y continuó su camino. En una bajada y cerca de un aserrío, vio salir de un agujero al zorro, de lejos se le hizo señas para que se acercara sin cuidado; este temeroso vino y se paró a regular distancia de su convidador, esperando a que el otro le pregunte si conocía y sabía a dónde podía encontrar al hombre; la respuesta fue, mira, su majestad y grandeza, ese bulto movible que anda con sus dos patas traseras y carga sobre el hombro izquierdo de la delantera el hacha y el cabo. Alza la cabeza y alcanza distinguir efectivamente el bulto y su manera de andar tan diferente de la que usan los cuadrúpedos. Pero no pudo comprender para qué sirven los instrumentos que cargaba. Viró la cabeza para preguntar al zorro, pero no lo encontró; éste había aprovechado el momento clave se miraban otro lado y su atención está ocupada, para correr y meterse al agujero, ocultándose.
Los dos afrentados acercabanse uno a otro. El animal bestia advertido era, pero el hombre fue sorprendido. Cuando vio el gigante sufrió una agitación nerviosa, la cara le palideció y su cuerpo temblaba pensó perder su vida.
El lobo mozo, después de haber escuchado tantas advertencias de acusaciones, encuentra al presunto en un estado de debilidad que nos había figurado. Exclama no vengo a sorprender de Persia proponer una lucha de fuerza a fuerza. El hombre responde; mengua llevar un poco de leña, no traigo la fuerza de lucha humana, solamente por ahora, tengo la de cortar y cargar leña las dos son menores a la primera, me declaro vencido sin echar y me entrego a vos para un tratado de paz impuesto. No es este el objeto de, lo que busco es la lucha, anda y trae lo que te falta, aquí te espero. No necesito presa quiero vencer al más fuerte.
El hombre agradece y manifiesta, el regreso a casa quita tiempo y la preparación es larga. Para evitar una espera prolongada, sería mejor que ambos nos retiremos comprometiéndonos regresará al día siguiente. La propuesta fue aceptada. El gigante animal dio la espalda y el hombre con el cabo que llevaba le tiró un lazo y lo enlazó en toda la cintura, lo arrastró y lo amarró al tronco de un árbol, asegurándole bien, y le ofreció regresar lo más pronto y partió; a su casa, y encontró a su mujer preparando el pan y a la hija el manjar. Pi de a la mujer y ella le entrega los marcadores de fierro, se los pasa a la hija para que los lleve y lo sigan. El se echa la espalda un saco lleno de carbón y hace que la vieja lo acompaña, llevando el brasero con candela. Ella preguntó ¿de qué se trata?. El marido respondió, vamos a marcar al nuevo ganado que hemos obtenido.
La anciana con su hija mayor, contentísima iban tras el señor, llegaron al lugar y vieron que era verdad pero no tuvieron miedo al ver el animal bien amarrado. Aquí se reparten el trabajo; la mujer se encargó de poner el carbón, soplar la candela; la hija pasaba los fierros y el padre los aplicaba en el cuerpo del lobo dejándolo allí hasta quemar la piel, la carne y parte del hueso y así hasta cubrir toda la piel de la bestia de marcas. Durante el procedimiento, el animal rugía, y lloraba, pedía auxilio, se esforzaba por desatarse y correr pero no podía. Después adoptó las súplicas pidiendo perdón, declarándose vencido, y la respuesta era de parte del hombre: América, América y gemía, pasa que los hierros calientes. Llegó la noche y los tres se fueron a la casa dejando a lobo amarrado.
El chacal de lejos estaba contemplando el drama. Cuando se aseguró que ya no había nadie más que la víctima quejándose de sus dolores, arrepentido de no haber obedecido los consejos de su madre y no haber creído los cuentos de los demás, se acercó con lágrimas en los ojos y manifestó su pena ofreciendo sus servicios. Entre los dos con los dientes y las garras alcanzaron a despedazar el cabo. La víctima quedó suelta, y se fue arrastrándose.
Pasaron unos cuantos meses, el lobo recuperó su salud y fuerza y quiso vengarse con poco a todos los lobos, éstos vinieron a su llamado una vez reunidos les manifestó que había atravesado la cordillera, que encontró un lugar poblado de ovejas, chivos, ganado, venados, conejos. Que solamente era necesario devorar al hombre pastor para poder ser todas aquellas riquezas que eran inagotables y así estarían felices.
Todos aceptaron, inmediatamente se formó una bandada, encabezada por el promotor, compuesta por centenares de lobos, de todo porte y edad; marchaban hacia la frontera, penetrando en el túnel está abierta en el bosque y se asomaron al otro lado.
El jefe fijo para cada uno de ellos un puesto oculto por un árbol o una roca, ordenando que se movilizaran al primer rugido que lanzará, el cual debía ser seguido en un ofensiva, insinuando la formación de un círculo, donde cerrarían al hombre.
Las órdenes fueron acatadas, cada uno tomó posesión de su puesto. El dirigente, asegurando el bloqueo, salió en busca del individuo.
El campesino como de costumbre, a las seis de la mañana salió de su casa en dirección al cercano bosque para recoger leña, igual lugar de la del primer golpe de hacha en el tronco de un árbol, escuchó un fuerte rugido, seguido por otros que ensordecían. Este, quedó ronco, mutuo y afligido; miro a los lados y vio que estaba rodeado de la manada de lobos, se desmayó, perdiendo los sentidos y la esperanza de salvarse de las bestias, temiendo entre ellas una traición no estrechaban el círculo con rapidez, andaban cabeza con cabeza y cuerpo con cuerpo, ninguna se atrevía a adelantarse más del que estaba a su lado la lentitud de la maniobra y el tiempo al campesino a despertarse, levantarse y subir al árbol.
Los atacantes, estrecharon el círculo, el árbol ocupado por el enemigo quedaba en el centro. Entre las fieras deliberaba, se discutía, hasta que resolvieron que el más gigante sería el que formara la base y los demás empezarían a subir, uno sobre otro, hasta llegar a la altura necesaria para atrapar al prófugo. El gigante se adelantó, se acercó al árbol, apoyó su cuerpo al tronco y el segundo subió y se echó sobre primero abrazándolo en sus cuatro patas, el tercero limitó, y así sucesivamente formando una columna altísima. El hombre estaba viendo toda la maniobra, cuando vio en el siguiente resultado, vio su muerte segura se acordó de su mujer y entre sí se dijo, pobre viuda, ¿qué será de ella? ¿Vendrá a buscarme? Los hijos se presentaron a su imaginación y las lágrimas en el acto portaron de sus ojos, y el pensar en su hija mayor, se dio cuenta de lo que ya le ayudaba y en especial cuando tenía el lobo amarrado y ella le pasaba los marcadores con toda ligereza y valor. Entonces el hombre, perdió el juicio y tengo una carcajada, y lanzaba gritos de América, América hija mía, fierro caliente, fierro caliente. El gigante al escuchar el primer grito, recogió todas sus fuerzas y de un solo jalón hacia delante se resbaló debajo de los que estaban sobre él. La columna se derribó y el pego la carrera de un rayo. Entre los demás se tragó una lucha, quedando algunos muertos, muchos heridos y el resto huyó desapareciendo en las montañas. Apenas el hombre se bajó y se dirigió a su casa, el chacal se acercó y se hizo cargo de todos los restos que los lobos dejaron. El campesino llegó a su casa, abrazó su mujer y a sus hijos y de preferencia a su hija mayor diciéndole América, la hija milagrosa que me salvó la vida.
Las bestias que se salvaron después de un tiempo se dirigieron en masa a la residencia del lobo y le preguntaron por qué se había portado tan cobarde y traicionero, y la respuesta fue: el que no sabe lo que es América y el fierro caliente se hace el valiente.
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