miércoles, 13 de abril de 2011

EL ABUELO Tomado de Valió La Pena, autobiografía de Henry Raad

Cementerio General de Guayaquil



El abuelo Esteban nació en Habeline Líbano el 10 de agosto de 1887. Fueron sus padres Tanus Eljuri Antón y Dibeh Iza. Llegó a Guayaquil en el 21 de mayo de 1907, salió de Beirut a bordo de un buque de Bandera francesa de la compañía Messagerie - Marítimo, llegando a Panamá el 21 de junio. Finalmente el 4 de julio de 1907 llega a Guayaquil en un vapor de bandera inglesa.

Se instaló primero en Riobamba y posteriormente en Guayaquil. Riobamba era un buen punto para el comercio por era el paso obligado para la ruta Guayaquil – Quito en ferrocarril. Fue pastor de rebaño jovencito, y luego maestro de escuela en Habeline, su pueblo natal.

Sus dos hermanos y su hermana también se radicaron en Guayaquil. Más no sé. Quienes fueron sus padre y sus origines ancestrales es un vacio que nunca pude aclarar. El Líbano fue invadido y dominado desde siempre y no hay archivos para iniciar una investigación, que por otra parte nunca la inicié.

Pequeño de estatura y sin duda ese cromosoma lo heredé de él. No dominó el español bien pronunciado aunque su enorme espíritu autodidacta logró manejar el sentido gramatical y cultural encerrado en cada palabra.  Su librero o biblioteca estaba ubicada al lado del balcón de su casa de cemento construida por él en 1.926. Era su rincón académico. Ahí nos ponía en su falda y a su alrededor para contarnos historias. Nos narraba por ejemplo que en el libro de las Mil y Una Noches contenía hechos ya sucedidos, y que la alfombra voladora de aquel entonces era el avión de nuestros días, o que la bola de cristal era la televisión la cual ya se comenzaba a funcionar en Norteamérica. Tengo algunos libros de aquel entonces entre los cuales los cinco volúmenes de la Historia del Ecuador de Roberto Andrade, cuya edición no está precisada y calculo que tiene más de un siglo de antigüedad.

El grueso de su librería quedó diseminado o no se sabe. Al librero se lo devoraron las polillas. En fin ya no quedan huellas visibles de nada. Todo se lo llevó el tiempo. Incluso el edificio se evaporó de nuestras manos. Todo emigrante libanés tenía un sueño al llegar a la América. Construir su edificio, vivir en sus altos y en el primer piso bajo ubicar la tienda. El abuelo cumplió su sueño y en 1.926 se ufanó de haber construido uno de los primeros edificios de cemento de Guayaquil. Aquel edificio ubicado en la esquina de Escobedo y Aguirre luce hoy esbelto por afuera pero desfigurado o deformado por su carencia de recuerdos. Se lo acaba (2010) de vender a otra familia libanesa sin considerar que fue la última rémora de una herencia emocional que está desvaneciéndose. La propiedad quedó conformada por tantas hijuelas que ya se hacía imposible mantenerla o restaurarla para preservar la memoria familiar y de alguna manera agradecer a Guayaquil por haber acogido a tan insigne personaje como lo fue mi abuelo Esteban Antón. Una pena que no la hayamos podido conservar ya que es un Patrimonio Cultural de la ciudad pues se trata de uno de los primeros edificios construidos en cemento en el año 1.926  por un ingeniero italiano de apellido Rossi, mientras levantaba simultáneamente los edificios de El Telégrafo,  La Gobernación, el Municipio y la casa de Víctor Manuel Janer.

Mi idea al respecto era restaurar el edificio donde físicamente había nacido  físicamente su hijo menor, José Alfredo Antón Díaz en 1.927 y convertirlo en un Museo del Emigrante, y que llevaría el nombre de Esteban Antón. Restaurar el edificio y recrearlo con el mobiliario de la época tal como inicialmente lo fue y reproduciendo los personajes en cera en sus distintos quehaceres. Museos privados de este tipo hay centenares regados en el mundo. Un monumento a los recuerdos, unas gracias físico congelando una época que fue muy generosa para toda la semilla que aquel emigrante sembró en un Guayaquil tan fértil. Un aporte a la ciudad, un monumento a los recuerdos y una descripción recreando una época que fue hermosa para toda la semilla que sembró aquel emigrante legendario. Me hubiese gustado ser curador de ese pequeño museo.  Nunca me atreví a presentar este proyecto porque lo único que hubiese logrado es que me declaren loco. Hice muchos esfuerzos para que aquel edificio no se venda para que quede en la familia. Los seres humanos somos como somos y es así que el viento se llevó esas ilusiones. 

Y no se puede ser autodidacta sin agotar las vías al alcance. Mi abuelo en su avidez por integrarse en la ciudad y conjugar su pensamiento universal ingresó a la logia masónica, donde fue un miembro destacado. Perteneció a la Logia Masónica 5 de Junio, en ella desarrolla trabajos y conferencias. Llegó a ser designado Maestro Miembro del Gran Consistorio grado 33, Lastimosamente él mismo pospuso la fecha en la cual debía recibir tal dignidad para el 10 de agosto de 1959, fecha en la que hubiese cumplido 72 años de edad. Falleció repentinamente dos días antes. Fue a la madrugada, luego que la noche anterior cerró su negocio y fue al aeropuerto a despedir a su hermano menor Wadih quien viajaba a Estados Unidos muy afectada su salud. Mi abuelo murió trabajando y en pleno esplendor mental. Su hermano le sobrevivió diez años

Ese hecho, de pertenecer a la masonería fue muy importante para el desarrollo de sus relaciones con las fuentes de poder intelectual y económico de Guayaquil. Así y con su gran poder autodidacta superó las barreras que a todo emigrante le toca afrontar. Muy destacadas personalidades de la época eran masones, y en la Universidad de Guayaquil hubo fuertes corrientes liberales y o masónicas, que eran la contracorriente del pensamiento conservador de aquel entonces, radicado en Quito bajo la influencia fuerte y absoluta de la Iglesia Católica. De eso no hablaba con nosotros el abuelo, y sus hijas todas fueron devotas católicas, educadas por muy apegadas a las prácticas religiosas, entre ellas y muy especialmente mi madre Victoria de quien realmente doy fe de su espíritu profundamente apegado a la oración. La masonería no era un tema de sobremesa en casa. Era un tema silente tal como dictaban sus reglas internas acordes con el manejo invisible y litúrgico del poder.

En 1949 mi abuelo publicó un pequeño folleto que lo descubrí sesenta años después, denominado “Investigaciones sobre a Masonería” dedicado en especial a su Logia Cinco de Junio No.2

Tres pergaminos daban testimonio del reconocimiento que tuvo en vida, pergaminos que por cierto estuvieron colgados en el corredor de la casa, cerca del comedor. Correspondían a tres condecoraciones: la del Gobierno Libanes, la de la Logia Masónica y la de la Sociedad Unión Libanesa. Como buen masón de aquella época construyó su mausoleo en el Cementerio General de Guayaquil donde reposan sus restos mortales. La mayor parte de aquello mausoleos hermosos fueron de los importantes masones de la época y urbanísticamente constituyen un aporte arquitectónico al tan distintivo Cementerio de la ciudad.

Mi abuelo era un gran lector y acuñaba segmentos de grandes autores, de conferencias y artículos de prensa internacional que consideraba relevantes. Eran temas preferentes económicos. Cuando hace más de cuatro décadas, es decir cuando me instalé en Guayaquil en 1.968 logré rescatar sus cuadernos, y ayudado de un mimeógrafo logré imprimir una veintena de ejemplares para repartir entre sus hijos y nietos. En el 2.009 los he vuelto a editar luego de haberlos digitalizado para colgarlos en esta página web. Tuve realmente que volver a tipiar las 400 páginas porque las hojas ya estaba amarillentas y la tinta del mimeógrafo se empalideció como lo hacen los recuerdos.
Entre los trabajos acopiados con temáticas económicas existen fragmentos de El Contrato Social de J.J. Rousseau, algunos textos de Adam Smith, muchos artículos sobre el patrón oro, y la economía mundial tomados de la prensa internacional. Todos ellos recopilados entre 1.930 y 1.940. También constan cuatro conferencias dadas por él respecto a la filiación masónica, el panismo y la masonería, a la paz duradera, y sobre el pasado y el porvenir. En 1949 publica un folleto “investigaciones sobre la Masonería” en el que se aclaran conceptos básicos sobre esta sociedad.

La fortuna de mi abuelo se incrementó a raíz de la Segunda Guerra Mundial cuando supo abastecerse oportunamente de mucha mercadería venida de Manchester, Inglaterra, antes que los barcos y submarinos nazis afectaron el tráfico marítimo y al comercio inglés. Mi abuelo estuvo abastecido porque olfateó la situación. Después de todo habría de vivir las dos grandes guerras mundiales. En Manchester estaban sus secretos y viajaba con la relativa frecuencia, en consideración a la época y allí compraba los productos textiles. Luego proseguía Al Líbano.

Fue un hombre cauto, justo, severo y esforzado. No era como el común de los libaneses que se llenan de espavientos y de gastos suntuarios así no más con el objeto de exhibir sus logros con más facilidad de lo que un pavo exalta sus plumas multicolores. De los primeros emigrantes libaneses predominaba otro prototipo apegado más al de un comerciante esmerado aunque desinteresado del cultivo intelectual. Mi abuelo era culto y eso no era lo usual en los emigrantes de la época.

Mi madre y sus hijos pasábamos dos meses en Guayaquil al año, haciendo coincidir con las vacaciones de la Sierra. Del 20 de julio al 15 de septiembre eran las fechas escogidas y volábamos en PANAGRA, un DC3 donde por lo general te mareabas y yo con frecuencia vomitaba en una bolsa de papel acartonado dispuesta al frente cada asiento precisamente para ese uso. Mi abuelo infaltablemente estaba en el aeropuerto a recibirnos y era al primero que abrazábamos. Así fue como desde siempre conocí Guayaquil en aquellas épocas que aquello no era tan fácil ni frecuente para un quiteño.  Viajar al Puerto Principal era la excepción y no la regla. Mi abuelo me dio mis primeros trabajos en su tienda y me remuneraba bastante bien, como para que esos dineros pudiese estirarlos a nuestro regreso a clases y me alcanzaban, si uno era prudente, hasta el siguiente diciembre. Guayaquil dinero. Quito estudios. Esa fue la sinopsis histórica de la vida nacional y de la mía propia en la pugna eterna entre las dos principales ciudades del país y entre mi profesión y la manera de subsistir que me señaló o impuso la vida.

En memoria a su persona, durante mi jubilación me dediqué entre otras cosas, a armar un árbol genealógico de sus descendientes. Además levanté este blog http://estebananton.blogspot.com/ para elevarlo a la nube informática y cultivar su memoria entre sus bisnietos y tataranietos que poco saben de este gran personaje que fue quien realmente los depositó en este suelo

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